De una buena vez decidí levantarme de la cama. Seguir adelante mirar al frente y no pensar en mi grandioso pasado, empezar a vivir de un modo solitario. Y fue ahí cuando vi esa brillante luz, esa enorme y blanca luz de la computadora que me enceguecía. Esa luz bajada del cielo me mostraba que tenía quizá una remota y vaga oportunidad de reencontrarme con mi afrodita y de poder reparar todo lo malo que alguna vez le hice. Con la frente en alto y sin dejar de ver esa maravillosa luz, me dirigí hacia la computadora, tome fuerzas, respire profundo y finalmente abrí ese bendito mensaje.
“Buen día,
No se como empezar este mensaje. Quizá diciéndote lo feliz que me hiciste durante todos estos últimos años o quizá diciéndote en el monstruo que te convertiste la semana pasada. Lamentablemente no se si te podré dar otra oportunidad pero si se que tengo algo importante que decirte. Te espero hoy en frente de la Iglesia San José II, 3:00 pm…...no faltes.”
En todo el mensaje solo me pude concentrar en una palabra, MONSTRUO, y no dejaba de verla, MONSTRUO. Yo se que hice las cosas mal, muy mal, quizá lo peor que hice en toda mi vida. Puede tener razón en no darme otra oportunidad, ni yo querría reencontrarme con un maldito adicto. Gracias al cielo hoy, a las 2:00 pm podre ver si es realmente lo que quiere, otra oportunidad o cambiar el rumbo de nuestras vidas y nunca más vernos el uno al otro en este pequeño mundo.
Mire mi reloj y ya eran la 1:25 pm. Estaba contento, desesperado y furioso al mismo tiempo. Me ajuste la corbata y me puse mi saco negro, abroche mis únicos tres botones gracias a que el cuarto se había salido y me fui para reencontrarme con mi ángel.
Una rayada, una cuadriculada, una rayada, una cuadriculada, todas las baldosas tienen el mismo patrón. Pensar que tuve 3 años de una fantástica y amorosa relación, con la mujer que mas he amado y la única mujer que me acepto como soy y que me ayudó a salir de este maldito problema, y en una semana reconstruir aquel Ricardo del que nunca estuve orgulloso, ni yo, ni mis padres, ni mis amigos, ni mis anteriores novias, ni ella. Aquel desgraciado que solo pensaba en fiestas, drogas, quedar bien con sus compañeros y lo mas importante “pasarla bien”. Lastima que esa no era una buena forma de pasarla bien. 1:40 pm y me faltaban 15 cuadras, con el paso al que iba ya se me hacia tarde. Ni aliento para detener un taxi tenía, así que extendí mi brazo derecho, del cual colgaba un lindo rosario, y me subí.
-“¿A donde lo llevo señor?”
-” A la iglesia San José II, por favor, lo más rápido posible.”
-”Si así lo desea.”
Cuando tenía 36 años entre en la decadente vida del adicto. Cocaína, Alcohol, Marihuana, etc., aquellas sustancias eran mi única compañía. Hasta que aquel al que llaman Dios, me envió ese ángel bajado del cielo, esa luz que penetraba en mi vida y me ayudaba a darme cuenta de “LA VIDA” que estaba llevando. Tres años, Tres años de rehabilitación y en una semana heche todo a perder. No se como pude salirme de mis casillas tan facil. ¿Justo con ella se tenía que ir todo al diablo?. Cómo pude hacer eso, cómo pude pensar en levantarle la mano a mi amada. Si tan solo existieran esas máquinas del tiempo, haría todo diferente. Me convertí en la persona mas odiosa del planeta, me convertí en un….MONSTRUO. Si ella tenía razón, por mas que quiera negarlo soy un monstruo.
-”Serían 20 pesos señor”. “Señor, me está escuchando”.
-”¿Cómo?”
-”Son 20 pesos, llegamos a destino”.
-”A si claro, sírvase, gracias”.
Allí estaba, esta magnífica iglesia, tan grande, tan bella, tan imponente. Según el mensaje, ella estaría en frente de esta, a las 3:00pm. Me dirigí hacia el bar que se encontraba allí y me senté en una silla para esperar a mi querida. De repente me empecé a sentir mal, sofocado, podía sentir en mi cuello, como las manos de alguien me apretaban de a poco, dejándome sin aire. Algo andaba mal, ella no aparecía, así que mire mi reloj para fijarme la hora. Eran las 2:18 pm y no había ni señales de ella, mi esperanza se desvanecía con el tiempo. Y fue ese momento, ese pequeño acto de mirar el reloj en el que me di cuenta de que me había equivocado en la hora. El mensaje claramente decía a las 3:00 pm. Pude sentir como mi boca se estiraba cada vez más hasta mostrar todos mis dientes, esos blancos dientes que relucían solo por ella. Para matar el tiempo decidí pedir un vaso de cerveza. Me levanté de la silla y mientras estaba yendo a la barra del bar la vi. Era ella, o quiza no, no era ella. Estaba vestida con una hermosa camisa que le regaló mi madre y una pollera larga que le cubría hasta los talones. En su cabeza tenía hecho ese peinado que tanto me gustaba, el mismo peinado que usó para nuestra boda. Pero algo no me cerraba de esta maravillosa imagen, el muchacho que se encontraba a su lado. Se estaban tomando de las manos hasta que el lentamente se acerco hacia su cara y le besó los labios. Ya no sabia que pensar, mi mente estaba confundida. Ahora entiendo la cosa esa tan importante que me tenía que decir, se había enamorado de otra persona. Estaba tan confundido que decidí pasar por detrás de ellos, baje la mirada y empecé a caminar con la boca abierta porque ya ni siquiera podía respirar normalmente. Nuevamente podía sentir esas frías, pero delicadas manos en mi cuello apretándolo poco a poco y también sentía un susurro, que me decía: bien merecido lo tenías.